Encontrar inspiración para volver a escribir no es fácil (esta fue mi última columna); y ciertamente, la energía que transmite Carlos Queiroz en la selección Colombia no es precisamente eso: inspiradora. Además, parece que el fútbol en Colombia está en plan de convertir suspiros emocionales en la invocación vociferante de las progenitoras de sus propios directivos.
En contraste al mal momento de nuestro fútbol local, quiero ofrecer una oportunidad a nuestra selección. Quizás así la inspiración arribe sola; ojalá en forma de un puesto dentro de los cupos para el Mundial de Qatar 2022… si las pandemias transcontinentales nos lo permiten o si Caracol Televisión nos da permiso; salvo que el grupo Valorem también quiera fracasar con un modelo “premiun” de TV. Aunque, a decir verdad, no descarto pagar una suscripción de TV para volver a ver a Miguel Varoni bailando “El Pirulino” con sus rizos oscilando con el viento; tal y como lo hacen los rizos de Alberto Gamero cuando golpea su cabeza contra la pared recordando las promesas de reforzarle el plantel hechas por los directivos de Millonarios.
Para este regreso a la redacción de columnas intrascendentes, quiero hacer un recuento de lo que ha sido este proceso de don Carlos Queiroz con la Selección Colombia.
La era Queiroz
A pesar de que Carlos Queiroz debutó en esa desafortunada gira de amistosos en Asia, yo siento que la verdadera ideología de Queiroz se hizo evidente a partir de los amistosos de preparación para la Copa América del 2019. Desde estos amistosos, el DT implementó un 4-3-3 mucho más fijo que los camaleónicos sistemas de don José Pékerman y al parecer, sucede algo similar con la filosofía general del entrenador.
Este cuerpo técnico trasmite una sensación de intransigencia y rigidez en su filosofía de juego, de evaluación de jugadores y de manejo de la opinión pública; claramente, Queiroz no vino a hacer amigos (por fin pude usar la frase célebre del “reality show” más representativo del pueblo colombiano).
Su idea táctica es inamovible, su desapego al supuesto “ADN del fútbol colombiano” es evidente y sus conceptos no son negociables. Al menos hasta ahora, que goza con unos resultados con cierto aire favorable, gracias a una excelente fase de grupos en la Copa América 2019 y a una serie de amistosos experimentales.
Sin embargo, el balance de sus resultados puede cambiar radicalmente en los próximos cuatro meses, debutando en Eliminatorias y compitiendo una Copa América en nuestro propio chiquero.
Con la poca simpatía que genera este cuerpo técnico con la prensa y el público, no quiero imaginar la desfavorabilidad del DT si llegan malos resultados; aunque no creo que sea peor que la del presidente de esta pocilga.
La estructura Queiroz
Empecemos a hablar de su equipo, que más allá de la impronta europea, las exigencias físicas y tácticas, y si el estilo es “colombiano” o no, ha mostrado varios elementos para destacar.
Juego directo y la polémica del enganche
Durante la Copa América, el cuerpo técnico incorporó a dos enganches en su equipo: a Edwin Cardona en el mediocampo como volante interior y a James Rodríguez en el módulo de delanteros como extremo derecho. Y aunque la idea inicial nunca fue que jugaran juntos, el DT les encontró un lugar en el que fueron útiles para el colectivo. Durante este torneo, el equipo fue capaz de ejecutar ataques rápidos desde el contragolpe, pero también pudo ser competitivo desde la posesión del balón.
Lastimosamente, en los amistosos posteriores, nuestro 10 no estuvo disponible, Juanfer Quintero tampoco y, al parecer, Edwin Cardona no gustó al cuerpo técnico. Esas ausencias gestaron una empresa en el entrenador: consolidar un equipo no dependiente de estos jugadores; y como resultado, vimos un equipo vertical, con pasajes carentes de creatividad y poco inspiradores. Esta encrucijada le costó al profesor Queiroz una persecución inquisitiva desde la prensa.
Ahora, en la víspera de una nueva convocatoria y, hasta el momento, con James y Juanfer, polémicamente disponibles, veremos la verdadera intención de nuestro entrenador. ¿Renunciará a sus recursos técnicamente mejor dotados?, ¿los arropará tácticamente como lo hizo Pékerman?, ¿o los incrustará en su 4-3-3 como lo hizo en Copa América?
Repartición de espacios
Más allá de la inclusión de un volante creativo o no, este equipo no es tan aburrido como lo quieren hacer ver algunos.
Uno de los aspectos más valiosos de este equipo ha sido la rotación sistemática de posiciones externas del 4-3-3. En el gráfico trato de ilustrar cómo se reparten los diferentes carriles entre el lateral, el interior y el extremo.
Por ejemplo, en un avance por el costado derecho, Cuadrado se abre a la banda, generando un espacio para que Muriel reciba el balón como un interior y realice un pase filtrado a Stefan Medina que ya busca el hueco que dejó Luisfer entre el defensa central y el lateral rival.
Esta rotación provoa confusión en la defensa rival, promueve la triangulación de pases, genera espacios y facilita el ataque. Y por eso Queiroz quiere jugadores multifuncionales. Él quiere volantes interiores que sepan jugar pegados a la raya (Cuadrado, Matheus, Lerma, Muñóz Alzate y Yairo), laterales capaces de jugar en carriles interiores y extremos con la capacidad de interpretar varios sectores del campo (Muriel, Róger y James hasta ahora los mejores).
Este concepto explica el porqué de la adaptación de jugadores como Yairo y Cuadrado, que los conocemos como jugadores exteriores y en la selección los vemos rodeando a Wilmar Barrios en el centro del campo. No es improvisado todo aquello que no entendemos inicialmente; a no ser que sea el metro elevado en Bogotá…
Queiroz abastece EN POSICIONES CLAVE
Para Pékerman, encontrar un reemplazo para Abel Aguilar fue un reto que nunca terminó de cumplir. El rol de volante mixto es difícil de encontrar en un fútbol colombiano aún obsesionado con ubicar al talentoso de “trequartista” y al laborioso en el “doble 5”.
Consecuentemente, cuando se especuló que el profesor Queiroz jugaría con un mediocampo de 3, se hizo evidente que no habían suficientes opciones de volantes mixtos (solo contábamos con Matheus). No obstante, esto no fue impedimento para que el cuerpo técnico sacara de su manga nuevas opciones y abasteciera ese rol crucial en su esquema.
Esta selección se armó de volantes mixtos. Inicialmente adaptó a Cardona, Lerma y Cuadrado; prosiguió con el exitoso experimento de Yairo Moreno; y finalmente incorporó a Stiven Alzate, que también es capaz de jugar en toda la banda (¿ven? no es casualidad); Daniel Muñóz espera su momento. Este trabajo lo repitió con Tesillo cuando no teníamos ni siquiera un lateral izquierdo titular; así mismo, se abasteció de extremos con, su preferido, Luis Díaz y dos con los que nadie contaba en ese rol: Róger Martínez y Muriel.
Lastimosamente, de sus descubrimientos en ataque, Díaz se lesionó y Róger está repitiendo la historia de Gustavo Cuéllar (Cuando Barrios no tenía un suplente). ¿Veremos alguna nueva adaptación?, ¿quizás con James o Juanfer?
Conclusiones
Para terminar esta pequeña disertación, y poder determinar si valdrá la pena o no gastarle energía creativa a este proceso de selección, me gustaría plantear mis conclusiones del método de nuestro nuevo director técnico.
Herramientas tácticas
Este cuerpo técnico tiene un archivador más profundo de recursos tácticos para enriquecer a la selección. El ejemplo de la rotación, mencionado anteriormente, no es el único; también he visto conceptos como el repliegue del 9 para que los extremos busquen el área; o la rotación de los interiores con el pivote defensivo para clarificar la salida con balón. Estoy seguro que veremos más recursos a medida que el equipo siga trabajado con este cuerpo técnico.
Entendimiento del pueblo
Parte del proceso de aprendizaje del entrenador es comprender la idiosincrasia del país en el que dirige. Acá vivimos el fútbol de forma muy diferente a los europeos y los iraníes; Carlos Queiroz no puede ser el protagonista del final del romance entre el pueblo y la selección.
Para el DT será fundamental el manejo que muestre con James y su decisión de buscarle, o no, “la comba al palo” para incluir a Juanfer Quintero en la selección; ellos son héroes (o anti-héroes) de nuestro imaginario colectivo. También tendrá que trabajar en su relación con la prensa; así sea absurdo, no puede alimentar el mensaje tropicalista de algunos medios que lo tildan como “traidor del ADN del fútbol colombiano”.
Partidos oficiales
Regresando al prisma táctico y estratégico, concluyo que aún nos faltan más partidos oficiales para calificar al cuerpo técnico en una de las asignaturas pendientes del proceso de José Pékerman: el planteamiento inicial en partidos clave.
No pude definir si la eliminación de Copa América contra Chile, el año pasado, fue resultado de la estrategia del DT o si fue un accidente anímico en sus jugadores. Pero no podemos repetir la historia de empezar partidos cruciales con estrategias mal establecidas como nos sucedió tanto desde el segundo periodo del cuerpo técnico anterior.
Para terminar
El panorama no es malo, aunque tampoco nos debe ilusionar excesivamente. Por ahora, escribiré el tradicional análisis de la convocatoria y trataré de escribir nuestra ya conocida saga de “Claves para la victoria”. Finalmente, con la vibra que sienta durante los próximos partidos, decidiré si empiezo un Diario de Carlos Queiroz así como lo hice con don José Néstor.
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